Mestizos Magazine

José Antonio Neme y Lara ''Su adopción es la mejor decisión que pude haber tomado''

|

El periodista de Mega es un amante de los animales. Compartía su hogar con sus perros Duque y Bo, pero sentía que la adopción era un tema pendiente en su vida, por lo que decidió sumar a Lara a la familia, una perrita rescatada por la Fundación Galgos Chile. En esta entrevista nos cuenta su experiencia y cómo es ser ‘’papá de tres’’.

Por Isabel Pinto G. Fotografías: Gonzalo Muñoz. MakeUp: Sole Donoso.

Desde niño, cada vez que lo llevaban de visita a otra casa, se quedaba jugando con el perro o el gato, y fijaba toda su atención en ellos. “Los animales me dan mucha confianza, lealtad, todo lo que las personas no me entregan. Además, te ayudan a ser un poco menos egocéntrico, porque tienes que preocuparte de otro, y de otro que te retribuye con cariño todo el tiempo. Para mí son seres maravillosos, mi primera compañía”, señala el periodista de Mega, José Antonio Neme.

Su primer perro fue Martín, lo tuvo a los 18 años. ‘’Era un Cocker, mi mamá me lo regaló, porque me sentía un poco solo y ella pensó que un perrito me podía ayudar. Después vinieron muchos, mi vida ha estado ligada a los animales, ya son alrededor de 20 años que llevo cuidándolos y conectado con ellos de alguna manera’’.

Hasta que llegó Duque...

Él tiene cinco años, llegó en un momento en que ya tenía súper integrado el tema de los cuidados. Lo siento más mío, porque le enseñé todo lo que sabe; lo críe, lo entrené, todo lo que Duque es me lo debe a mí (ríe).

¿Cómo es su personalidad?

Es mal genio, medio hosco como yo, pero alegre y caprichoso. Trata de llamar mi atención, se enoja cada vez que me voy de viaje y cuando otros perros están cerca ha habido hasta peleas físicas. Es muy apegado a mí, me mira en la televisión, se sube a la cama y ve la pantalla.

“Ha sido una compañía para mí. Me quitas a Duque y me desestructuro absolutamente. Me da lo mismo que la gente diga que soy loco, que tengo trancas, que necesito ayuda psiquiátrica, me importa un soberano pepino, tú sacas a Duque de mi vida y yo me voy al despeñadero. Voy a todas partes con él, entro a los locales y espero que me echen (ríe), busco espacios que sean abiertos, que tengan terraza, va conmigo a la peluquería, al psicólogo, al canal... Lo único que le falta es hablar. De repente nos miramos y sé lo que quiere, sé lo que le molesta, un día me va a decir ¡hola!”, dice.

Luego de Duque, Beto se sumó a la familia. Pero se llevaban pésimo. “Al final se lo llevó mi hermana, pero vivió conmigo un par de años. Ella se separó y se encariñó mucho con el perro y yo sabía que Beto la iba a ayudar en ese proceso. En ese tiempo, yo ya tenía a Duque y a Bo, y sabía que iba a estar bien con ella. Alcancé a tener a los tres, aunque Duque siempre estuvo molesto con la decisión. Traté de asesorarme con etólogos para poder hacerlos convivir. No hubo problemas mientras Beto fue cachorro, pero cuando empezaron a crecer comenzaron las peleas. Peleaban por los juguetes, por la comida, por todo. Los castré a los tres, pero aun así, entre Duque y Beto había una tensión que no sé a qué responde. Hoy no es tan complejo, porque viven separados, pero cuando se ven se muestran los dientes, se agarran, hay que estar pendientes”, asegura.

Y Bo, ¿cómo se llevaba con ellos?

Él no tiene problemas con nadie, le mueve la cola a todos, siempre está alegre. Ya tiene dos años y se defiende de tú a tú. Así que al final me quedé viviendo con Duque y con Bo, que son súper distintos de personalidad. El Bo vive su mundo, es de una simpatía desbordante. Cada vez que llego a la casa, se sube a la cama, me ladra, me trae los zapatos, es un chiche y lo adoro. Nunca lo he visto enojado o atacando a alguien, siempre anda buscando y dando cariño, es obediente, limpio, un encanto.

¿En qué momento decidiste adoptar?

Para mí nunca es suficiente, si pudiera tener 25, 30 y 35 perros, lo haría. Mi espíritu es que, por favor, ningún perro lo pase mal nunca, pero eso no se puede por razones obvias. Pensaba en tener una perrita y también en una deuda que sentía con la adopción, porque sabía que es un camino no solamente positivo para el animal, sino también reparador para uno. Pero decía: ya vivo con dos, es suficiente, empezar de cero es complicado, en fin. Un día iba caminando por el canal y estaba la gente de la Fundación Galgos Chile que había ido de visita al Mucho Gusto con dos galgos. De ellos sabía muy poco, ahora he conocido más sobre los abusos a los que son sometidos. Antes los asociaba a las carreras y pensaba que eran perros hiperquinéticos, de una necesidad de espacio enorme, ese era el prejuicio que tenía. Nos pusimos a conversar con la niña de la fundación y me dice que son lo más tranquilos que hay, que tienen una personalidad muy felina, que necesitan espacio, pero no excesivo, salen a pasear lo normal. No necesitan ni una cancha de fútbol ni nada por el estilo, ese es un mito que se ha ido instalando entre los galgueros y gente que se dedica al tema y que dicen que necesitan correr, pero no es así. Me quedé con la idea, le empecé a dar vueltas; ella me dijo que fuera a Viña, que iban a realizar un evento y partí. Vi a la Larita y fue amor a primera vista.

Lara, ‘’dueña de la casa’’

José Antonio nos confiesa que viajó con la decisión tomada. “Lo único que le pedí a la gente de la Fundación fue que no me dieran un animal de muchos años, porque si me das un viejito se va a morir pronto y no quiero sufrir. Y ahí estaba la Larita, que tiene como cuatro años, y ya... firmé los papeles, me hicieron una entrevista, todo bien protocolar y me la llevé”.

¿Qué te llamó la atención de ella?

Estéticamente, los galgos son muy bonitos, pero me llamó la atención su carácter, les haces cariño y se quedan tranquilos, son contemplativos y te miran. En la fundación me dieron información respecto de lo que sufren y quizás sufren más que un perro mestizo en la calle, que está abandonado pero puede buscar comida. En cambio, el galgo además es sometido a una situación, les dan hormonas, los entrenan, todas esas cosas me hicieron decir “sí, un galgo” y después me enamoré de Lara perdidamente. Somos inseparables.

¿Llegó muy temerosa?

Tímida. Venía con algunos trastornos físicos, de articulaciones, en la piel. Ella fue abandonada en Parral, la encontraron al borde de un camino vagando, tenía un problema en la pata trasera que le impedía correr, probablemente alguien la abandonó por eso. No era una fractura, sino algo en las articulaciones que le iba a impedir participar en carreras. Venía un poco desnutrida, pero en un mes la puse al día, la sometí a un tratamiento de vitaminas y minerales, sales, productos antihongos. Hoy el pelo le brilla y es dueña de la casa.

¿Cómo te relacionas con un perro rescatado?

En un principio, venía con la cola muy gacha, no la movía, buscando, tratando de conocer la casa, y dejé que hiciera su proceso, no la apresuré, permití que ella descubriera. Era muy tímida, dejé que su personalidad fuera saliendo, sola descubrió los juguetes, el lugar donde dormir, su camita. De a poco empezó a acercarse a mí, a los otros perros y a las nanas. Fue un proceso que no quise direccionar ni intervenir. Creo que no fue tan maltratada, no es una perra agresiva, todo lo contrario, es muy tranquilita, cariñosa.

Cambiaste su vida. ¿Qué te provoca eso?

Este semestre ha sido bien complicado en mi trabajo y en temas personales. No lo hice por una satisfacción personal, creo que una vez que pasen estos asuntos en mi vida y mire para atrás, voy a verlo con más perspectiva. Lo que sí sé es que su adopción es la mejor decisión que pude haber tomado, todos los días agradezco a Dios que no escuché a la gente, porque te dicen: otro más, pero cómo vas a tener ese perro gigante. ¡Qué bueno que no escuché esta vez!, fui porfiado, no me arrepiento para nada, es la decisión más increíble que pude haber tomado.

En relación a los animales, ¿tiendes a seguir tus instintos?

Sí y con las personas también, pero me va pésimo. Es que las personas y yo no nos llevamos bien, ya lo terminé de entender. Tengo más relaciones funcionales con la gente, soy un hombre cortés, gentil, pero el nivel de profundidad con el cual me relaciono con los animales no lo he tenido con ninguna persona. No entiendo al ser humano. ¿Te has fijado que hay quienes toman distancia con los animales, que no entienden su comportamiento, que temen porque los pueden morder? A mí eso mismo me pasa con las personas. En el animal confío plenamente, sé que me puede morder y me da lo mismo, sé cuándo el animal está nervioso, cuando quiere jugar, cuando quiere que lo dejen tranquilo. He ido generando una distancia con las personas y los animales han llenado esos vacíos emocionales de una manera súper gratificante.

“No entiendo mi vida sin ellos”

Vivir con tres no es una responsabilidad menor y así lo entiende José Antonio. “Tengo harta ayuda, de mi mamá, mis nanas, así que no podría asumir que soy el único que los cuida. Hay mucha gente que participa de esto y es lindo, lo disfruto mucho. Es sacrificado, por cierto que sí: gastos, cuidados, todos los meses hay un evento, que uno se enfermó de la guata, una uña que no sé qué, que la oreja, que la alergia a la comida. Estoy acostumbrado, pero voy feliz al veterinario, al parque, para mí no es un peso, no es una responsabilidad, me imagino que habrá personas que canalizan esos sentimientos con sus hijos, con grupos de ayuda de otro tipo, cada uno enfoca su energía en lo que mejor le parece. No entiendo mi vida sin ellos, a veces llego deprimido o quiero estar solo y me siguen a la pieza y saltan en la cama y digo: ¡quiero estar un rato solo!, pero eso les debe pasar a todos, con los niños también. Después me doy una ducha y pienso: están acá conmigo, llego y siempre están felices”.

¿Te ha costado encontrar pareja por esta relación que tienes con los animales?

Me da lo mismo si es que no lo entienden, que pesquen sus cosas y se manden a cambiar. Somos cinco en la cama y si no, bueno... ahí está el sofá. La satisfacción que me han dado los animales no me la ha dado ninguna pareja, por lejos, así que no tengo ese tipo de problemas. En general, hay una tensión permanente con la gente a la que no le gustan los animales. Estuve con una pareja que tenía más distancia con los animales y la verdad, creo que es parte también de por qué la relación fracasó. Los perros no lo pescaban mucho. Traté de que hubiera una integración, pero no resultó.

Temas pendientes

Los animales son reconocidos como bienes muebles...

En el Código Civil hay muchas partes que responden a la redacción de Andrés Bello... de qué estamos hablando. Lo que pasa es que ese pequeño cambio es en verdad un profundo pequeño cambio, porque cambias la palabra y al mismo tiempo un concepto legal que inmediatamente permitiría a los animales tener acceso a muchos más derechos de los que ya tienen, al no ser considerados como un silla. La Lara ahora mueve la cola, salta, ella cambió su comportamiento y su conducta, no me pueden hablar a mí que el perro es como una planta, si hasta las plantas florecen cuando uno las cuida y riega bien.

¿Qué te provoca el maltrato animal?

Cuando hay videos, no los puedo ni mirar. Los evito, porque me hace mal emocionalmente. Para qué voy a ver algo para lo cual no estoy preparado. Creo que en eso hay más conciencia en Chile, personas que tienen o no tienen animales, cada vez son menos los que dicen: ¡ay, pero si era un perro o un gato! Creo que a partir del caso de Cholito, hoy muchos son capaces de sensibilizar y empatizar, porque entienden que hay un ser que siente, y los perros sienten. Con la Lara me di cuenta, cómo cambió su personalidad, su expresión, su cuerpo. Cómo me vas a decir que no hay un ser que siente, que percibe emociones, quizás no emociones a nivel racional o tan elaboradas como las nuestras, pero hay sentimientos.

¿Y el abandono?

Me parece que hay tanta estupidez dando vuelta, hay mucha gente que dice: “me encantan los animales”, “quiero tener un perrito”, pero cuántas horas pasa en su casa o lo tiene en la terraza. Por mucho que le guste un perro, no lo puede tener. Páguele a alguien para que lo cuide, es que no tengo plata, entonces no puede tener. Vivir con un animal significa darle tiempo, dinero, dedicación, espacio, todo. Si yo no tengo trabajo, tiempo, no puedo tener un hijo, porque voy a tener un perro, si una familia se planifica. Aquí el amor no es suficiente. Asociado al amor, se requiere un compromiso. Además, es obvio que un perro se va a hacer pipí, va a morder un sofá, ¡si es perro! Es como pedirle a un niño que no ensucie o que no rompa algo, es parte de la niñez, el descubrir, caerse, en los perros es lo mismo. Si tienes un cachorrito, debes saber que en al menos un año y medio, el perrito no va a tener ciertas conductas. A veces Duque se enoja y para la pata, pero a mí me da lo mismo, cambio el sofá, cambio la alfombra, se limpia y si no, se cambia, para eso trabajo.

MIRA EL BACKSTAGE

https://youtu.be/gu96KgYqHuM

MIRA LAS IMÁGENES

Síguenos en:Google Noticias
Compartir: