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Nala, la perrita de Emiliano Sala ''Cuando nuestros animales nos trascienden''

nala perrita Emiliano sala |

Hace algunas semanas, Nala, la perrita del futbolista, Emiliano Sala, ha conmovido a millones de personas a través de las redes sociales. Pero, exactamente ¿por qué?

Por Marcos Díaz Videla. Doctor en psicología, docente en Universidad de las Flores en Buenos Aires, autor de

“Antrozoología y el vínculo humano y perro”.

Emiliano, de 28 años, falleció el pasado 21 de enero, cuando se trasladaba en una avioneta de Francia a Gran Bretaña, donde iba a continuar su carrera. Durante el vuelo, de Nantes a Cardiff, la aeronave desapareció de los radares a unos 20 kilómetros de la isla británica de Guernsey, situada en el Canal de la Mancha. La búsqueda se extendió durante un par de semanas hasta que, finalmente, la avioneta fue hallada confirmando el trágico desenlace que parecía inevitable.

Romina, la hermana de Emiliano, había viajado a Europa para seguir de cerca los trabajos de búsqueda. El 2 de Febrero, subió a su Instagram una foto de una perrita esperando frente a una puerta con el texto “Nala también te espera...“. Si bien los pronósticos de encontrar a Emiliano con vida eran completamente desalentadores, esta perra, que no entendía de probabilidades, nos mostraba inocentemente su esperanza de que él regresara a su hogar, conmoviéndonos.

Desde ese momento, la relación entre Emiliano y Nala se dio a conocer. Rápidamente circularon varias fotos juntos que el futbolista había compartido en sus redes desde septiembre de 2015, cuando esta perrita mestiza había sido adoptada ya siendo adulta. Los perros se vuelven particularmente importantes en la vida de las personas en momentos de estrés y cambios. Nos brindan sensación de seguridad y continuidad en el tiempo, a la vez que disminuyen el estrés. Sin dudas, el hecho de que Sala la haya adoptado al mudarse a vivir a Nantes, Francia, habría fortalecido la relación entre ambos.

“La negra”, su “fiel compañera”, como él la llamaba, aparecía en su cuenta de Instagram paseando, jugando en la playa o abrazándolo. Y la imagen de Nala frente a una puerta en el ocaso volvía aparecer, incluso cuando se había dado a conocer el triste final. Esta perrita era la única que conservaba sus esperanzas cuando nadie más lo hacía, sin que nadie pudiera explicarle que el jefe de su manada no iba a volver a buscarla.

En ese momento, las redes sociales se plagaron de comentarios pidiendo a la familia Sala que no abandonaran a Nala. Hasta que, finalmente, Romina subió una foto tomando la pata de la perra, sobre la que escribió “Nala, su fiel compañera, ahora es la nuestra (¡nunca pensamos en darla en adopción!) Aclaro para la gente que lo dice”. Poco después, Nala viajó a Progreso, Santa Fe, la ciudad de origen de Emiliano.

Unos días más tarde, Nala volvió a conmover a las redes sociales. Esta noticia, además, apareció en todos los medios en Argentina, donde se indicaba que la perrita había estado firme en la puerta del club San Martín, lugar donde se llevó a cabo el velorio del jugador. Distintas fotos aparecieron e, inclusive, otros futbolistas hicieron publicaciones en sus redes al respecto, destacando la fidelidad del animal.

Sin embargo, esto se trató de una confusión, en tanto quien estuvo en la puerta del club no era Nala, sino la perrita de un vecino, de un parecido considerable. Al parecer, todos estuvimos rápidamente encantados por la idea de que esta perrita pudiera despedirse de su custodio y así, caímos fácilmente en el error.

Cuando un custodio muere, los animales de compañía no lo saben. Es decir, a diferencia de lo que ocurre con otros humanos, no podemos contarles que su custodio ha muerto. Por otro lado, a diferencia de lo que sucede en la vida salvaje de las manadas, los animales no atestiguan la muerte de sus custodios, ni reconocen los cuerpos. Así, desde la perspectiva de estos animales, su humano se fue y no volvió por ellos. El animal experimentará síntomas depresivos como decaimiento, falta de ganas y pérdida de apetito, pudiendo además, quedar a la espera de su custodio por años.

Afortunadamente, la familia Sala está llena de amantes de los perros, y Nala sí fue llevada temprano al velorio, donde pudo acercarse al cajón a despedir a su custodio. Ella estuvo con la familia, de manera privada, y fue retirada previo al ingreso de la gente.

El mundo de los perros está principalmente constituido por olores. Este es el principal sentido con el que ellos perciben todo lo que pasa a su alrededor. Así, a esta perrita mestiza, se le contó que su custodio no la había abandonado.

Esta historia nos obliga a pensar algo sobre lo que no solemos estar preparados: también existe la posibilidad de que nuestros animales nos trasciendan. Más allá de que en ocasiones los familiares del fallecido deciden efectivamente abandonar a sus animales, aun cuando esto no suceda, los animales percibirán la ausencia como un abandono. Sin oportunidad de que se les explique lo sucedido y sin posibilidad de despedirse de nosotros.

A los animales de compañía se les restringe el acceso a hospitales, velorios y cementerios. Más allá de que resultaría lícito discutir sobre su estatus legal y la relevancia de sus necesidades, aún la voluntad de los custodios de por sí puede no ser considerada. Sin embargo, el amor de un custodio por su mascota trasciende la muerte. Esto se evidenció en diversos estudios que mostraron que entre el 12 y el 27% de los custodios incluían a sus animales en sus testamentos para asegurarles recursos y cuidados en caso de que ellos murieran primero. Si bien en Inglaterra es común que los jueces fallen a favor de los animales, en Sudamérica no es así. Por lo que, en este contexto, los animales quedan librados a la voluntad de la familia del custodio.

Quizá sea un buen momento para que los custodios empecemos a considerar que así como ellos no son eternos, nosotros tampoco. Y que, a diferencia de nosotros, ellos dependerán siempre de alguien para asegurar su bienestar.

Nala hoy vive con Romina, su familia y sus otros perros. Hace poco Romina fue mamá y, al parecer, Nala es una excelente babysitter, que se la pasa todo el día pendiente del bebé, el sobrino de Emiliano; ese custodio que no la abandonó y que ella pudo despedir.

Esta una historia triste, con final feliz y una mirada a un aspecto de la relación con nuestras mascotas que solemos ignorar.

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