Fauna Protegida

Abejas, ¿el lado amargo de la miel?

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Quizás solo los que han intentado volverse veganos se han cuestionado la manera de obtener la miel. ¿Realmente son explotadas las abejas para nuestro beneficio? Existen interesantes posturas que debemos conocer. Por Carolina Palma Fuentealba

Soy vegetariana, y consumo miel solo si aparece en algún postre. Nunca me cuestioné de qué forma se obtenía, y menos si las abejas sufren en el proceso. Cuando uno comienza a averiguar aparecen una serie de procedimientos cuestionables, y otros no; vi videos de apicultores que demuestran que no le hacen ningún tipo de daño a la abeja. Como en tantas industrias, depende del dueño. Las abejas son únicas. Existen tres castas: la abeja reina, la obrera y los zánganos. La reina puede vivir hasta 5 años en condiciones naturales, las obreras viven alrededor de 45 días y los zánganos tres meses; estos últimos sólo viven para inseminar a la reina. Nadie duda que el trabajo que realizan estos insectos resulta alucinante, impresiona su inteligencia y organización al momento de recolectar néctar. La miel que producen la crean para armar su panal y para alimentarse en época de hibernación, por eso algunos cuestionan que comamos miel u otros derivados como el polen, jalea real o propóleo: estamos robando el fruto de su trabajo, son manipuladas para nuestro beneficio. Si te preguntas cómo se alimentan ellas después, los apicultores suelen darles sustitutos artificiales. Para Daniela Ortega, nutricionista y activista de la organización “La Revolución de la Cuchara”, en la industria apícola las abejas simplemente son maltratadas. “En primer lugar, las abejas reinas son inseminadas con esperma obtenido tras aplastar a las abejas macho. También se le cortan las alas a la abeja reina para que no pueda volar y con un esmalte, bastante tóxico, le marcan la cabeza para identificarla. Todo eso les provoca problemas de movilidad, que para la apicultura es fantástico porque mantiene a la abeja tonta y las demás abejas se quedan ahí, cuidándola”. La activista cuenta que el trabajo de toda la vida de ocho abejas produce una cucharadita de miel. “Para sacar la miel se les aplica humo (un ahumador) para atontarlas un poco, o se realiza un proceso de arrastre. Este sistema arrastra a otras abejas y pueden ser aplastadas”. En otros países se realizarían técnicas más cuestionables aún. Relata que en Canadá se queman los panales y a las abejas vivas en invierno, porque no les conviene cuidarlas; les sale más barato importar más abejas. La Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA) investigó por qué se están muriendo las abejas, y dio como resultado el uso de algunos pesticidas. Es que cada día se usan junto con insecticidas. De todas formas, las alarmas están encendidas con la muerte masiva de abejas en diferentes partes del mundo. “Una forma de cuidar a las abejas es dejar de consumir carne; así disminuye la producción de carne y disminuye la producción de alimento para los animales también. La industria que ocupa más pesticida es la del ganado. Podemos ayudar a las abejas plantando flores que produzcan harto polen, como la lavanda”. También sirven las petunias, rosas, caléndula, girasoles, menta, un manzano o un cerezo. Como nutricionista asegura que, a nivel nutricional, la miel es azúcar, es decir, aumenta los riesgos de padecer diabetes. “Consumimos miel porque el hombre la encontró rica y la quiere consumir”.

Ni blanco ni negro

Si no estás ligada al veganismo esta postura te puede parecer extrema, muy apegada a los valores del veganos que excluye todas las formas de explotación y crueldad hacia el reino animal. Por lo mismo, eliminan de su dieta la carne, pescado, huevos, miel, leche, queso, etcétera. Por otra parte, la apicultura no es una técnica nueva; al contrario, se cree que se comenzó a desarrollar desde la época de las cavernas y que siempre se usó para fines alimenticios o medicinales. Sobre este controversial tema, Camilo Ruiz, veterinario de la Red Nacional Apícola, sabe que siempre será cuestionado cualquier proceso que implique el manejo de animales para elaborar algún producto, pero indica que sin apicultores no habría abejas. Sí, tal como lees. “Si no hay apicultores no habría abejas, y conviene buscar la posición intermedia en la cual el hombre pueda mantener la especie y también obtener ciertos beneficios que permitan seguir manteniéndolas. Si los apicultores empiezan a desaparecer, empiezan a desaparecer las abejas. No hay apicultores detrás de las libélulas o mariposas, y por eso se encuentran desprotegidas”, enfatiza el Veterinario. El problema es que la abeja perdió los lugares donde antiguamente se desarrollaba: los árboles o diferentes cuevas. Cada día se pierden ecosistemas, se deterioran, entonces los panales diseñados por los apicultores serían uno de los pocos para vivir. Ahí se les suele brindar todas las condiciones para que se desarrollen. “En zonas como la Octava Región el paisaje se hace más complicado para las abejas y apicultores, debido a la deforestación. El año pasado se hizo una marcha multitudinaria frente al Congreso  donde fueron 500 apicultores para exponer la alta mortalidad en el norte del país producto de la aplicación de pesticida en cultivos, la principal causa de la mortalidad en las abejas”. Como red les preocupa mucho que en las “invernadas” se mueran más abejas, y eso deben subsanarlo. Pueden morir por el frío, por falta de comida o por la presencia de enfermedades. “Hoy importa la tarea del apicultor para prepararlas bien, tenerlas en una buena casa, bien nutridas, cuidadas del viento, etcétera”. Al ahondar en cómo son tratadas las abejas, el especialista confirma que en algunos lugares se le corta el ala a la abeja reina para que no se vaya lejos y se mantenga bajo control la colonia. También explica que los apicultores tradiciones introducen medicamentos para sanar a las abejas de ciertas enfermedades y, por otro lado, aparece la apicultura orgánica, que utiliza productos de la naturaleza para tratar a sus abejas. Esa miel es más cara porque requiere mayores cuidados. Chile ha tenido un crecimiento importante en la apicultura, pero tenemos una industria pequeña si nos comparamos con Argentina o México. Según el registro del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), existen cerca de 3 mil apicultores con 600 mil colmenas, aunque pueden no estar todos contabilizados. Si quieres consumir miel de abeja, Ruiz aconseja contactarse directamente con apicultores, quienes no adulteran el producto para un mayor rendimiento. Si buscas alternativas veganas (de origen vegetal), prefiere el jarabe de arce, sirope de agave o la miel de maple. A modo personal me parece que muchas veces los apicultores están más preocupados por los problemas medioambientales o la vida de las abejas que uno mismo, aunque podrían realizarse cambios en algunos procesos para interferir lo menos posible en la vida de estos insectos, al igual que en otras industrias, como la de la carne.

Abejas en colmena
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