Mestizos Magazine

¿Por qué humanizamos a los animales?

Creemos saber lo que sienten o ''piensan'' y actuamos como si eso fuera una verdad absoluta, ¿estamos en lo correcto?

Por Marcos Díaz Videla. Doctor en psicología, docente en Universidad de las Flores en Buenos Aires, autor de "Antrozoología y el vínculo humano y perro".

Las personas permanentemente nos imaginamos lo que los demás piensan o sienten.

Hacer este tipo de especulación con un animal se llama antropomorfismo.

Ese el nombre con que la ciencia llama a la humanización, la cual va más allá de vestir a los animales o celebrarles el cumpleaños. También incluye suponer lo que ellos piensan o sienten, ponerle voz a sus intenciones (cuando hablamos por el animal) y pensar a los animales en términos humanos.

Ahora bien, los que pensamos que nuestros animales son como hijos para nosotros, ¿estamos cometiendo un error? No necesariamente y en mi investigación, el antropomorfismo es un elemento común y necesario para que se desarrollen vínculos humano-animal exitosos.

En principio, el antropomorfismo surgió porque los humanos primitivos necesitaban adivinar cómo reaccionarían los animales para anticiparse a estos.

También fue aplicado a las primeras mascotas, en tanto para convivir con estos animales y cuidarlos, era importante inferir sus estados mentales y sus necesidades. En la actualidad, el antropomorfismo es un elemento central en la tenencia de animales.

En mayor o menor medida, todos pensamos a nuestros animales en términos humanos. Es un fenómeno que nos provee la oportunidad de percibir a los animales como una verdadera compañía, de estrechar la relación y beneficiarnos emocionalmente de ésta.

Es decir, inferimos lo que nuestros animales quieren y necesitan, pero además, inferimos que nuestros animales nos quieren a nosotros, que nos extrañan y que nos brindan su apoyo.

Pensamos una lamida como un beso y un recibimiento en la puerta como una bienvenida feliz. Con independencia de si efectivamente el animal quisiera darnos un beso o si efectivamente se pone feliz e intenta recibirnos, estas interpretaciones que hacemos son parte del antropomorfismo porque las hacemos a partir de pensar esas conductas en términos humanos.

Básicamente, nos ayudan a entendernos y relacionarnos con los animales. En mi investigación en Buenos Aires, por ejemplo, el 64% de los custodios de perros los consideraba como hijos y el 36% les festejaba el cumpleaños. Si esto fuera señal de patología, la mitad de los custodios de perros en mi ciudad la padecerían. Esto parece insostenible, pero además, estadísticamente, este tipo humanización es la normalidad. De hecho, las investigaciones muestran que se encuentra íntimamente ligada al afecto y al cuidado que brindamos a nuestros animales. 

 Las personas nos referimos a nuestros animales como bebés, los abrigamos con ropas y les festejamos el cumpleaños. Esta humanización funciona como metáfora.

Somos conscientes de que nuestro perro no es nuestro hijo, pero lo pensamos como hijo por la manera en que se vincula con nosotros. Sabemos que no entienden el sentido de la Navidad, pero le hacemos un regalo como una forma de expresión de sentimientos de amor y compromiso.

Jamás nos confundimos hijos y animales de compañía, pero aplicamos un lenguaje de familia a estos últimos, que, para los humanos, es un lenguaje de afecto. Existen personas con condiciones psiquiátricas donde la metáfora falla.

Aquí se acaba maltratando a los animales. Por ejemplo, sacándolos a pasear en un carrito de bebé o alimentándolos con comida y cubiertos diseñados para humanos. Ahora bien, como indicamos, aunque la interpretación de las intenciones y conductas de los animales suele ayudarnos a relacionarnos mejor, es cierto que también puede inducirnos a cometer errores.

Por ejemplo, interpretar una sonrisa en un perro que jadea por calor, o interpretar maldad en un gato que rasca el sillón, sin duda, atentará contra la relación.

Por eso, es importante que tomemos en cuenta la opinión y consejos de los especialistas en animales, como veterinarios, etólogos y entrenadores, para ampliar nuestro punto de vista.

Como siempre, debes respetar los consejos de tu veterinario para brindar el mejor trato a tus animales, pero desde ahora, puedes hacerlo orgulloso de tener como un hijo, que no es humano, dentro de tu familia.

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