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¿Los perros/animales tienen vida espiritual?

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¿Alguna vez viste a tu perro contemplar el cielo o el mar con actitud relajada? Yo he visto a mis perras hacerlo. Incluso cierran suavemente los ojos y levantan el hocico, buscando que el aire les dé en la cara.

¿Alguna vez viste a tu perro contemplar el cielo o el mar con actitud relajada? Yo he visto a mis perras hacerlo. Incluso cierran suavemente los ojos y levantan el hocico, buscando que el aire les dé en la cara.

Por Marcos Díaz Videla, Doctor en psicología, docente en Universidad de las Flores en Buenos Aires, autor de “Antrozoología y el vínculo humano y perro”.

Claro que están oliendo y escuchando todo alrededor, pero la quietud y calma con que lo hacen parecen mostrar una conexión espiritual con el universo. Ahora, ¿es posible hablar de espiritualidad o religiosidad en animales?

Estos términos tienen múltiples definiciones. En general, se considera que remiten a aspectos distintos, pero con cierto solapamiento: la espiritualidad connotaría más bien reflexiones sobre el sentido de la vida y la conectividad con otros, con la naturaleza o fuerzas superiores; y la religiosidad quedaría más ligada a creencias y prácticas organizadas institucionalmente.

Hace poco leí una tesis de psicología que enfatizaba que estos atributos eran exclusivamente humanos. Esto me dejó pensando. Yo no tengo dudas de que mi alma está compuesta del mismo material que la de mis perras y que, luego de la vida, iremos todos a parar al mismo sitio. Pero ¿es posible que ellas tengan un sistema de creencias propio sobre esto?

Como suele suceder en ese tipo de afirmaciones pretenciosas de exclusividad para los humanos, en la tesis no había ninguna fundamentación que permitiera sostenerla. En primera instancia, negar que los animales (no humanos) posean cierta capacidad, debe basarse en investigación etológica realizada sobre todo el excesivamente amplio y diverso conjunto de seres que llamamos genéricamente animales, que muestre que no la tienen. Y, como suele suceder, ahí no se mencionaba nada de este estilo. O sea, no se les había dado siquiera la oportunidad de mostrar esta capacidad.

Luego, es un hecho científico indiscutible que existe cierta continuidad entre humanos y otros primates —porque, aunque a algunos les moleste, somos monos. Así, es probable que otros primates, y quizá otros órdenes, clases o familias de animales, posean sistemas homólogos a nuestra religión.

Marcos Díaz Videla

Marcos Díaz Videla

Claro que cada especie tiene una configuración particular, y percibe y se mueve en el mundo de manera diferente. Si queremos evaluar la inteligencia del perro, no debemos hacerlo desde la perspectiva humana, sino desde una perspectiva centrada en el perro y su mundo. Es decir, debemos evaluar su perro-inteligencia y no su humano-inteligencia. Y la inteligencia, así como otros atributos de cada especie, varían de acuerdo con sus necesidades dentro de su mundo.

Apartándonos de la pretensión de ver a otras especies practicando la religiosidad humana, podremos analizar sus propias manifestaciones de espiritualidad. ¿Y qué evidencias hay sobre esto?

Por un lado, están las ligadas a las respuestas ante la muerte de sus congéneres. Algunos animales realizan rituales, velorios y entierros. Por ejemplo, se observó que las urracas primero picotean el cuerpo de su compañero difunto, y luego buscan hierba y la colocan junto a este. También hay diversos registros de zorros y lobos que entierran los cuerpos de sus congéneres y, al mismo tiempo, existen múltiples evidencias de procesos de duelo en cánidos. Por ejemplo, los perros que se muestran abatidos y se rehúsan a comer, o que mueren tras la muerte de sus humanos. Particularmente ante la muerte de su pareja, se ha descrito que los lobos cambian sus hábitos de aullido, se rehúsan a reproducirse y pueden viajar solos por largas distancias. Los elefantes se han descrito realizando reuniones fúnebres y mostrando especial atención y cuidado sobre los huesos de sus difuntos.

Por otro lado, se han registrado actividades ritualizadas de animales que parecen mostrar una interconexión con el mundo más allá de lo inmediato. Hay registros de gorilas y lobos que escalan glaciares donde no hay comida, ni otros recursos materiales, donde parecen sintonizarse con el entorno más amplio. Se han descrito chimpancés aproximarse de manera lenta y rítmica por el lecho del río hacia las cataratas de Kakombe Valley en Tanzania; y aunque no les gusta mojarse, hay registros de chimpancés practicando movimientos similares bajo tormentas. Estos primates también muestran fascinación por el fuego: trepan árboles para contemplarlo, se acercan a inspeccionarlo y pueden realizar movimientos lentos y exagerados junto a este, similares a la danza de la lluvia mencionada. Para la reconocida etóloga Jane Goodall estas conductas van más allá del juego y la curiosidad.

Esta variedad de respuestas animales ante el mundo y la muerte toman formas muy complejas, que, cuando menos, parecen mostrar expresiones de espiritualidad, e incluso con solapamientos con formas de religiosidad humana. Claro que debe investigarse más, pero mi punto es que nuestros perros y los demás animales merecen que les demos la oportunidad de tener esta y otras capacidades que tradicionalmente solo quisimos reservar para los humanos.

Reorientarnos a pensar la religiosidad de los animales nos exige dejar de pensar la humano-espiritualidad, con humano-lenguaje y humano-creencias, para abarcar la multiplicidad de experiencias religiosas. Así, es posible que los demás animales no solo sean capaces de religiosidad, sino que, muchos de ellos tengan mayor interconexión con todo el mundo natural y que sean más fieles a sus creencias y rituales que los humanos.

Y al respetar las formas y expresiones de cada especie como legítimas, podremos conectar nuestra propia existencia espiritual con todas las demás.

Foto de Lenin Estrada en Pexels

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