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Galgos rescatados realizan segunda caminata por las calles de Santiago

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El sábado 18 de junio se llevó a cabo la segunda caminata de galgos por la ciudad. Esta vez tuvo lugar en el casco histórico de Santiago, donde más de 50 galgos junto a sus tutores humanos se tomaron las calles.

El sábado 18 de junio se llevó a cabo la segunda caminata de galgos por la ciudad. Esta vez tuvo lugar en el casco histórico de Santiago, donde más de 50 galgos junto a sus tutores humanos se tomaron las calles.

En un recorrido que incluyó algunos de los lugares más emblemáticos de la capital: Comenzaron en el frontis de la Universidad de Chile, luego se dirigieron a la Plaza de Armas por el Paseo Ahumada. Luego pasaron por el Paseo Bandera y finalizaron en el Palacio de La Moneda.

Los galgos que participaron en la caminata pertenecen al grupo de rescatados tanto de carreras de perros como de la caza, muchos de ellos aún viviendo el proceso de reinserción a un mundo que es desconocido para ellos, lleno de amor y respeto, después de haber sido abusados y abandonados.

Esta caminata tuvo como fin visibilizar la realidad de los galgos en Chile. Una raza que es utilizada por sus características físicas hasta el punto de ser destruida y desechada una vez que deja de ser “rentable”. Así es como los galgos llegan a la ciudad. Estos maravillosos seres, al contrario de lo que se piensa, no necesitan extensos terrenos para correr ni otros animales para cazar, es más, dentro de estas prácticas abusivas los únicos beneficiados son los humanos, mientras que el galgo se ve expuesto a toda clase de sufrimiento, entre ellas lesiones, fracturas, suministro de drogas y el descarte al no cumplir con los estándares de un campeón.

Pero a pesar de todo el sufrimiento por el que han tenido que pasar, los galgos rescatados son grandes compañeros de vida, entre su rutina se encuentra largas horas de siesta en el sofá, infinitas demostraciones de afecto y unos ojos que te seguirán a donde quiera que vayas.

Es hora de poner fin a estas prácticas deleznables y abrir paso a una relación de coexistencia donde el respeto y la empatía sean los fundamentos principales entre tutores y mascotas.

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