Mestizos Magazine

La realidad de los animales de producción

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Pollos, gallinas, cerdos y vacas, entre otros, forman parte de los llamados animales de producción. Todos ellos, sin excepción, viven un infierno antes de morir, sin que la mayoría de las personas lo sepa. ¿Qué medidas se han tomado para incrementar su bienestar? ¿De qué manera podemos aportar como consumidores a mejorar su calidad de vida?

Por Isabel Pinto G. Ilustración Faunánimo

En la década de los ’60, la periodista Ruth Harrison, en Reino Unido, recibió un folleto donde aparecían animales de granja en confinamiento. Tras investigar sobre el tema y darse cuenta de cómo funcionaba este sistema de producción industrial, escribió el libro “Animal machines” (animales máquinas), en el que hizo una fuerte crítica, argumentando que se estaba olvidando el verdadero fin de la vida de un animal.

“Así como era hasta ese momento, todavía hoy gran parte de la gente piensa que los animales están sueltos en el campo, porque muestran en televisión a las vacas pastando con una campanita o ven el pollo en el supermercado y no tienen idea qué es”, sostiene Beatriz Zapata, médico veterinario, especialista en bienestar animal.

Y es que antes los animales vivían libres. Fue a mediados del siglo XX cuando comenzaron a aparecer más antibióticos, fertilizantes y maquinarias, que permitieron la estabulación en una densidad más alta, bajo techo, con los animales confinados... ese fue el primer gran cambio y se hizo progresivo.

Cuando Ruth Harrison lanzó su libro, manifestando que se estaba convirtiendo a los animales en máquinas, el impacto que causó fue tremendo. “Ella destacó que los animales tenían necesidades que iban más allá de comer y respirar. Además, mencionó el medioambiente, el uso excesivo de antibióticos y fue una bomba en el Reino Unido. Fue tan fuerte, que el Parlamento ordenó que se hiciera un comité, del cual se formó un consejo y a través de un documento legal, se estableció que los animales de granja tenían necesidades, no sólo fisiológicas, sino también conductuales, que había que respetar”, agrega Zapata.

Si bien, en un comienzo, se mencionaba una serie de aspectos relacionados con la disponibilidad de espacio, más tarde se establecieron las cinco libertades: estar libre de hambre, sed y desnutrición; libertad de incomodidades físicas o térmicas; estar libre de dolor, lesiones o enfermedades; libertad para expresar un comportamiento normal y, finalmente, estar libre de miedo, estrés y angustia. ‘“Desde entonces, fue creciendo el tema en Europa y al establecerse la Unión Europea, se empezó a hacer leyes para proteger a los animales de granja”, acota.

Avances en el mundo

La primera ley surgió en los años ’70. Aunque para los amantes de la fauna puede parecer contradictorio, tiene relación con el sacrificio de los animales, la forma de matarlos. “En Europa fueron muy adelantados y, recientemente, prohibieron las jaulas a batería, convencionales para las gallinas ponedoras, donde no pueden abrir las alas ni realizar baños de arena, tampoco estar en perchas, es muy restringido. Ahora hay jaulas donde tienen más espacio, porque se regula la cantidad de gallinas. Además, pueden hacer nidos, tienen una percha y la posibilidad de escarbar algo, por lo que pueden expresar sus conductas naturales”, explica Beatriz.

En el caso de las cerdas, se prohibieron las jaulas de gestación, al igual que aquellas a batería. “Otros países también comenzaron a tomar decisiones al respecto. En Estados Unidos, por ejemplo, ocho Estados efectuaron votaciones y se hizo lo mismo con los cerdos y las gallinas. En algunas cosas, los siguen Nueva Zelanda y Australia, ellos están más avanzados. Pero en el resto del mundo es todo más o menos igual en producción industrial. Chile sigue la tendencia de la mayoría”, añade la médico veterinario.

En nuestro país, dos eventos muy importantes han empujado a mejorar la producción animal. El primero es la firma del Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea, el año 2003, donde se incluyó un anexo relacionado con bienestar animal. Chile se alinea con los estándares de la Unión Europea en la forma de sacrificio de los animales... Ha sido un proceso donde no hay presión de la Unión Europea, pero ha permitido que el bienestar animal se tome en cuenta y empezaron a haber capacitaciones. Año a año vienen especialistas desde allá para hacer cursos en Chile.

El segundo punto en que se avanzó fue en la aprobación de la Ley 20.380 sobre bienestar animal, en el 2009. Más tarde, en el 2013, salieron decretos que regulan los procesos productivos. Chile tiene buena regulación comparado con otros países de Latinoamérica.

Ignacia Uribe, directora general de Vegetarianos Hoy, revela que, sin embargo, “los animales en nuestro país viven completamente hacinados. Basta ver cualquiera de las investigaciones que hace algunos años realizó Elige Veganismo. Ahí se puede apreciar que cerdos, gallinas, pollos viven amontonados. Para que se desarrollen rápidamente, acortar los tiempos y producir más, se les dan antibióticos y hormonas, pero especialmente antibióticos, que promueven el crecimiento y previenen enfermedades que se pueden dar por el hacinamiento”.

Uribe señala que las gallinas son los animales de producción más afectados. “Uno en realidad no lo piensa y cree que al comprar huevos en realidad no está muriendo ningún animal, pero es muy importante saber que en Chile existen más gallinas que personas. En el mundo hay cuatro gallinas por cada ser humano. Viven en jaulas muy pequeñas, de alambre, alojadas de a cinco o siete, incluso 10, donde nunca ven la luz del sol, no pueden realizar ninguno de sus comportamientos normales, como picotear el piso, estirar las alas, darse baños de polvo, dormir en altura. Es como si nosotros estuviéramos metidos en una caja, con 10 personas más, sin nunca siquiera poder estirar las rodillas. Obviamente, hay millones de problemas a los huesos, picoteo entre ellas, canibalismo... las tienen con luz artificial todo el día, para que nunca dejen de producir. Es terrible”.

En el caso de las cerdas en gestación, “están en jaulas alrededor de cuatro años y son inseminadas una y otra vez. No pueden ni siquiera darse la vuelta, porque tienen que estar de lado, sin poder levantarse y muchas veces aplastan también a las crías. Ahí existe una gran problemática de bienestar animal. Las jaulas ya están prohibidas en varios países, no solamente en los 27 de la Unión Europea, sino también en Australia, Nueva Zelanda, Canadá y en algunas zonas de Estados Unidos. Pero en Chile y el resto de Latinoamérica, no se ha avanzado en nada. Nuestra idea es comenzar a trabajar por estos animales, que son los que están en peores condiciones, al mismo tiempo que dar visibilidad a lo que está pasando en los mataderos”, agrega Ignacia Uribe.

“Mucha gente piensa que en nuestro país las vacas solamente viven pastando, pero también se realiza mucho confinamiento, especialmente en la industria láctea. Las mantienen encerradas por largos períodos mientras las ordeñan y también hay hacinamiento de vacas para consumo. En los países desarrollados están en galpones. Chile, inevitablemente, se está moviendo a eso. Hace veinte años, la mayoría de las gallinas que había para producción de huevos eran libres de jaula, pero qué pasó: Europa prohibió las jaulas en batería, entonces, los productores de allá vendieron sus sistemas mucho más baratos a Latinoamérica y hoy un productor pequeño parte libre de jaula y aspira a ser con jaula, porque es su up grade, automatizan todo. En Chile, al ser un país en vías de desarrollo, pero con una buena situación económica, la mayoría de los productores tiene jaula. Ese es uno de los grandes problemas también: cómo hacerles entender que este plus que ellos ven es a costa de los animales, seres sintientes, no solamente un recurso”, dice Ignacia Uribe.

En cuanto a los pollos, menciona que “están a piso en un corral gigante, un galpón donde puede haber millones y se aplastan unos a otros. También está el tema del crecimiento: un pollo llega en 40 días a un tamaño adulto, es como si una guagua de cinco meses pesara 100 kilos, por lo que presentan trastornos óseos, se les quiebran las patas, no alcanzan a desarrollar la fuerza suficiente para sostener este cuerpo gigante que se desarrolla demasiado rápido. En los países donde se ha alcanzado una legislación para prohibir las jaulas en batería y donde la mayoría de las grandes empresas, como es el caso de las estadounidenses, tienen compromisos de utilizar huevos libres de jaula, el segundo tema a desarrollar es este: que las empresas no utilicen pollos de rápido crecimiento, que hagan un compromiso para sólo consumir aquellos que crezcan de manera natural”, dice Ignacia Uribe.

“El consumidor europeo -añade- es mucho más informado y exigente. Si le dicen que son de gallinas libres de jaula, pregunta a qué se refiere, pide que se lo demuestren y el productor debe certificar sus productos para dar prueba de que son orgánicos, que tiene bienestar animal y compra productos certificados. Comercialmente, han ido aumentando los sistemas de certificación, pero para eso la gente se tiene que informar. No basta cualquier etiqueta. Las certificaciones las dan organismos internacionales. En Europa hay muchas. En Chile existe una de bienestar animal bien completa, que es Certified Humane”, sostiene Beatriz Zapata y puntualiza: “Si el consumidor es más exigente, es posible promover rápidamente los cambios”.

Ignacia Uribe propone que para mejorar las condiciones, debiera haber dos caminos. El primero es que la gente exija mayor bienestar animal en los productos y que, de cierta manera, privilegie aquellos con certificación. Lo ideal sería reducir el consumo de huevos -acota-, “pero antes de eso, queremos centrarnos en los animales que hoy están en las jaulas. Apuntamos a que las empresas se comprometan a utilizar huevos libres de jaula”. El otro camino es el legislativo -dice-, donde “debiéramos desarrollar leyes para prohibir las jaulas en batería para las gallinas y las jaulas de gestación para las cerdas. En el fondo, dar esos pequeños pasos, que ya se han dado en otros lugares, para asegurar el bienestar de los animales’’.

LOGROS EN BIENESTAR ANIMAL

Si bien Chile y Latinoamérica están atrasados respecto a los países de la Unión Europea, existen leyes que protegen el bienestar animal y regulan la forma en que viven, se transportan y cómo se sacrifican. Además, se han implementado sistemas alternativos que dan mejor calidad de vida a los animales, les dan oportunidades para que puedan expresar conductas naturales y tener espacio para interactuar. Son sistemas alternativos van de la mano con tecnología.

“Investigaciones han entregado evidencia científica contundente de que los peces sufren, algo que hasta hace poco se ponía en duda. Padecen dolor, estrés... y con mayor razón las vacas, cerdos, caballos. Todos los animales tienen la capacidad de sufrir, por lo tanto, esto tiene que generar una empatía en las personas que trabajan con ellos y tomar conciencia de que nuestras acciones podrían resultar eventualmente dañinas: si le pegas a un animal, le va a doler, no hay duda. Se ha avanzado con temas que tienen que ver con los afectos, con las emociones. Hace unos cuantos años, nadie hablaba de las emociones de los animales con seriedad, reconocerlos como seres sintientes’’, dice Beatriz Zapata.

Chile se rige por la World Organisation for Animals Health, OIE, Organización Mundial de Sanidad Animal. El Servicio Agrícola y Ganadero, SAG, es el encargado de fiscalizar y tiene además la posibilidad de querellarse por maltrato animal. Vegetarianos Hoy ha implementado un ‘’Observatorio animal’,’ con el que se busca inspirar, motivar y apoyar un cambio en los hábitos de consumo, con el fin de reducir el sufrimiento de los animales.

Para eso, han trabajado revisando las actas de fiscalización del SAG y se han encontrado con incumplimientos como: ‘’La presencia de fecas de ratón en alimentos o que en el método de sacrificio en aves adultas, se utiliza un palo de madera mediante golpe en la zona cervical”. Actos inimaginables para el bienestar animal, por lo que trabajarán con el SAG para despejar las dudas sobre los informes, analizarán la situación de los incumplimientos, se buscarán mejoras y se procesará esta información para darla a conocer a la opinión pública.

CAMINO VEGGIE

Ignacia Uribe es vegetariana hace 15 años. Dejó de consumir carne por su amor hacia los animales. “Soy de Los Andes -cuenta- y cuando chica tuve un chancho de mascota. Mis papás eran permisivos y si quería tener un pato, me lo traían. Tuve gallinas, ardillas, vacas... Viví la suerte de disfrutar de mucha cercanía con los animales. La mayoría de la gente puede comer cerdo todos los días en un hot dog, pero nunca ha visto un cerdo. Hoy, para muchos, los animales son invisibles. Creo que te esconden los mataderos, la producción. Ocultan todo, porque probablemente, si lo vieras, no lo aceptarías”.

En cuanto al porqué la gente está dejando de comer productos derivados de los animales, Ignacia Uribe cree que “cada vez más personas se están dando cuenta de que el sistema alimenticio que tenemos es insostenible desde el punto de vista ecológico, de salud, y también ético. En general, la gente no se hace vegetariana o vegana de la noche a la mañana, pero sí empieza a privilegiar y a reducir el consumo de carne y de otros productos de origen animal. Hemos visto que la campaña ‘Lunes sin carne’ ha tenido una enorme acogida y a muchos de los que comen carne les interesa y la siguen”.

La directora de Vegetarianos Hoy agrega que “a nosotros, como organización, quizás no nos interesa que alguien se haga totalmente vegano, nos interesa aumentar el número de platos veganos. Tú puedes comer carne todos los fines de semana con tu familia, pero desde hace un año estás mucho más abierta a ir a restaurantes veganos o a pedir un plato de estas características en un restaurante tradicional, porque te quieres sentir más liviana o no comer tanta carne”.

Grupos de vegetarianos y veganos hacen un trabajo para despertar, que fue parecido a lo que ocurrió en Europa. “Los consumidores tienen que ponerse más exigentes. Hay buenos argumentos para que tomen decisiones como dejar de consumir carne. Éticamente, estoy a favor de reducir el consumo, pero el consumo de todo lo que se pueda evitar en exceso. Hay que ser responsables con la salud, porque la disminución del consumo de carne también puede traer problemas. Debemos cuidar la salud y el bienestar de los animales, pero también de nosotros mismos. Personalmente, no he dejado la carne, pero mi compromiso como veterinaria es tratar de que las cosas vayan mejorando. Esa es mi idea”, concluye Beatriz Zapata.

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